Alto, una cabeza por encima de ella, cabello castaño oscuro y ojos color café. Su piel se veía bañada de luz, de rostro reflejaba pureza. Su sonrisa era la salvación de ella. Su cuerpo era contención. Sus manos grandes acariciaban su rostro y su cabello con serenidad.
Se lo veia enamorado, endulzado por el gusto de disfrutar tiempo a su lado. Parecía único. Era sanamente envidiado por cualquier otra. Ella lo tenia todo, él era todo para ella.
Les gustaba caminar, disfrutaban mucho de hablar y también disfrutaban de compartir silencios mirándose a los ojos. Se miraban, se encontraban uno en el otro y se sonreían.
Parecía como si toda su vida estuvo buscándola, igual ella. Un dia se encontraron. Desde ese día se juraron amor, fallaron también, rompieron promesas, pero supieron unirse y juntos, superaron cada obstáculo que se les presentó.
Él amaba profundamente la manera en que ella caminaba, como sus ojos se cerraban cuando le daba de lleno el sol, como su cabello de movía cuando corría, amaba la forma de su cuerpo, su cuello y sus brazos, sus manos llenas de calor, amaba su pequeña nariz, amaba la forma de sus ojos al estallar en risas, amaba su dulce voz, amaba escucharla contar largas historias, amaba que ella le hablara de su vida. Amaba también el contraste de su presencia con el resto de las personas y con la misma naturaleza, ella resaltaba por encima de cualquier otra; en invierno ella se mimetizaba con el frío a su alrededor, en otoño resltaba entre las hojas caídas de los arboles y en primavera ella era una flor más, en verano se invadía de frescura.
Él disfrutaba de llenarse de su presencia, adoraba tenerla en sus brazos, la llenaba de besos.